Tras invitarnos a adentrarnos en el planeta rojo, y mientras acoge una edición de Kosmopolis con la ciencia ficción como protagonista, el CCCB barcelonés presenta desde hoy la exposición “Ciencia fricción. Vida entre especies compañeras”, muestra que propone nuevos modos de vivir en relación con la naturaleza y que, solo por azares, ha coincidido con la pandemia y todas sus posibles implicaciones medioambientales.
El origen de la exposición se encuentra en un proyecto virtual que desarrolló el Jeu de Paume francés en 2017 y que ahora se amplía bajo los enfoques de la comisaria de esta exhibición, María Ptqk, partiendo de una perspectiva biocéntrica, según la cual toda forma de vida en nuestro planeta (también la literatura o el arte) es interdependiente respecto a otras especies, y de las teorías de Lynn Margulis, referente internacional en el campo de la biología, fallecida hace una década. Formuló el principio de simbiosis, que subrayó que un entramado complejo de bacterias, virus y organismos diversos conforman todo cuerpo vivo, también los humanos; cuestionaba así el principio de excepcionalidad aplicado a las personas y enlazaba con los estudios de Donna Haraway sobre las intersecciones entre humanidades y ciencias.
Es Haraway quien vivamente apeló a diluir las fronteras entre lo real y lo ficticio a la hora de inventar, desde el disfrute, relatos en torno a la convivencia entre especies, de idear mundos, porque, según sus propias palabras, solo imaginando futuros posibles podemos fortalecer la tarea que debemos hacer aquí y ahora. Esos futuros tendrán que partir del conocimiento de nuestros nexos simbióticos con otros organismos, nunca independientes ni autónomos; serán narraciones sobre ecosistemas integrados y especies que mutan y colaboran, carentes de seres al servicio de nuestro bienestar.
El eje de la exposición es esa propuesta de una definitiva transición del antropocentrismo al biocentrismo, materializada tanto en piezas de divulgación científica como en obras de arte en formatos muy variados: sobre todo en instalaciones inmersivas y sonoras y proyectos de realidad virtual, pero también en pinturas, dibujos y cine de vanguardia.
El recorrido comienza recordando la figura de Margulis, quien investigó nuestro origen en las bacterias y explicó la historia de la vida en la Tierra a partir de la simbiosis, oponiéndose a la corriente neodarwinista. Ilustró sus teorías Christie Lyons, de quien en Barcelona veremos dibujos junto a una animación de David Domingo, fragmentos de un documental de John Feldman sobre las aportaciones de la bióloga y la vida simbiótica, la instalación Holobiont Society de Dominique Koch y varias piezas de Petra Maitz, entre ellas una instalación de corales en ganchillo.
Una segunda sección profundiza en la noción de simbiosis, de convivencia en alusión a los organismos que habitan juntos y también juntos evolucionan, a partir de sus vínculos. Donna Haraway bautiza como especies compañeras a insectos y flores y también a humanos, animales y vegetales, en función de esas estrechas relaciones de dependencia. Una instalación de Susana Talayero evocará la obra de la naturalista Maria Sybilla Merian, la primera entomóloga en documentar los lazos entre esas flores e insectos y en el filme El camino de las abejas, de Toni Serra y Abu-Ali, podremos profundizar en las técnicas de apicultura artesanal que se mantienen en Marruecos. Gustafsson & Haapoja, por su parte, han traído al CCCB una peculiar historia contada desde el punto de vista de los bovinos.
Plangas y hongos copan el centro de “Ciencia Fricción”, fundiéndose con los animales y bacterias con los que establecen densos sistemas de intercambio. Si los hongos contribuyen al reparto de nutrientes y a la transformación de los desechos, las plantas capturan y nos ofrecen la energía del sol, perciben humedad, luz y gravedad y podrían poseer hasta veinte sentidos.
Podremos contemplar, por primera vez en nuestro país, pinturas de Dimas Paredes, ligado a una escuela de arte amazónico; una obra de realidad virtual que nos lleva al interior de una secuoya gigante, a cargo de Marshmallow Laser Feast o un dispositivo de comunicación bioelectrónica entre hongos y humanos diseñado por Sasa Spacal. También la documentación de una performance por la que se transfirió clorofila a un ser humano, obra de Quimera Rosa, o una instalación de Museo del Hongo que presenta líquenes y hongos simbióticos.
Partiendo de esas convivencias, un cuarto apartado de la exposición nos invita a reimaginar los orígenes de la Tierra y sus habitantes, y a especular sobre las relaciones entre espacios. Diana Toucedo, en el audiovisual Camille & Ulysse, ha ideado un diálogo entre Haraway y Vinciane Despret a partir de fábulas sobre nuestro vínculo con las mariposas o sobre los pulpos mediterráneos y también veremos dibujos de Louis Bec, pionero de la fabulación especulativa en relación con arte y ciencia.
La última sección de la muestra lleva por título El contrato natural y se centra en los valores intrínsecos de las especies vegetales y animales y en nuestro deber de protegerlas. Aboga por la sustitución del contrato social, en el que el medio ambiente es objeto inerte, por otro que supere el antropocentrismo: contemplaremos un mapa animado de Jaime Serra Palou sobre la evolución de los derechos de la naturaleza, un videoensayo de Paulo Tavares en torno a la incorporación de esos derechos a la Constitución peruana y una intervención, a cargo de Ernesto Casero: The Posthuman Protests.
Han colaborado en la organización de “Ciencia Fricción” el Centre Pompidou y Azkuna Zentroa, donde la exhibición tendrá otra vida después.
“Ciencia fricción. Vida entre especies compañeras”
CCCB. CENTRE DE CULTURA CONTEMPORÀNIA DE BARCELONA
c/ Montalegre, 5
Barcelona
Del 12 de junio al 28 de noviembre de 2021