Roni Horn trabaja con diferentes técnicas, desde el dibujo a la escultura pasando por los textos y las fotografías, para abordar la mutabilidad de nuestra identidad y la capacidad del arte para representar las divergencias entre la esencia, intangible, de una persona o cosa y su variable apariencia física; la dicotomía cambio-permanencia es quizá el eje mayor de su obra. Para ello se ha servido siempre del lenguaje, que ha utilizado desde un punto de vista lúdico.
Tras impartir, hace solo unos días y junto a Isabel de Naverán, un taller en la Fundación Botín centrado en la elaboración de un diario no basado en la descripción, sino en la acumulación, la síntesis y el montaje de lo cotidiano, desde mañana podremos visitar en el Centro de esta institución en Santander “Me paraliza la esperanza”, una exhibición que la propia autora estadounidense ha diseñado en diálogo con la arquitectura y el entorno del edificio de Renzo Piano y que ha comisariado Bárbara Rodríguez Muñoz.
En el recorrido nos esperan fotografías, dibujos, esculturas y una performance, varios de ellos inéditos, que repasan las tres décadas de andadura de Horn. Precisamente de una de sus series hasta ahora no vistas, (LOG), procede el título de la muestra, que a su vez la artista escuchó en un sketch de la humorista Maria Bamford en YouTube: le llamó la atención, ha explicado, porque ella concibe la esperanza, el dar por hecho un futuro, como una estrategia de supervivencia, como un impulso innato y constante por mantener la vida y el movimiento.
Ambos pueden ser contemplados, en su vertiente urbana y en la natural, desde los muros acristalados del Centro Botín, una circunstancia especialmente propicia para presentar aquí los trabajos seleccionados: porque el agua y el clima son elementos habituales en su producción, dado que le permiten abordar lo impermanente, y porque tanto la luz como los tonos del mar pueden en estas salas filtrarse a través de las esculturas en vidrio; nuestra percepción de ellas cambiará a medida que lo hagan los colores de la bahía, invitando al espectador a prestar atención a esas variaciones sutiles y, también, a tomar conciencia de la importancia del momento presente en nuestro modo de mirar. Se ha articulado, además, la exposición subrayando los nexos y oposiciones entre las diversas obras recogidas.
Recibe a los visitantes la serie fotográfica a.k.a. (2008-2009), compuesta por quince pares de retratos de Horn, tomados de archivos personales y familiares, que le sirven para incidir en la complejidad de toda personalidad individual, en las multitudes que albergamos; se acompaña este conjunto, ya junto al ventanal norte para proponer confluencias, de las litografías de gran formato que integran Still Water (The River Thames, for Example) (1999), que se dedican al paso del tiempo sobre el Támesis y a todas las vidas que confluyen en el río: las imágenes se completan con anécdotas, sucesos -suicidios, acompañados de recortes de prensa y diversos testimonios-, citas, observaciones y pensamientos en los que Horn establece vínculos entre todas las masas de agua y, a partir de su propia fluidez y de la intrahistoria del caudal británico, entre la vida, la muerte y su continuidad.
Veremos igualmente, en esta misma sala, una delicada escultura posada sobre el suelo: se trata de Gold Mats, Paired (For Ross and Felix)(1994-2003) y la forman dos láminas de oro puro; hablando de la existencia y su fin, constituye un tributo a Félix González -Torres y a su pareja, Ross Laycock, fallecidos a causa del sida, y también al amor y la amistad aunque impliquen duelos.
Otro de los proyectos fotográficos de Horn en el Centro Botín es This Is Me, This Is You (1997-2000), del que forman parte dos cuadrículas de 48 fotografías que la artista tomó de su sobrina durante tres años y que aquí expone en paredes enfrentadas; en ese mismo montaje en cuadrícula contemplaremos Portrait of an Image (with Isabelle Huppert) (2005-2006), un centenar de retratos de la actriz encarnando a las diversas personalidades a las que ha dado vida en la ficción.
El centro de la exposición lo constituye Th Rose Prblm (2015), compendio de 48 dibujos basados en la repetición de dos frases en torno a las rosas: A rose is a rose is a rose (una rosa es una rosa), cita del poema de Gertrude Stein Sagrada Emilia, y smelling like roses, una expresión que en castellano podríamos traducir como cubrirse de gloria; las escribió Horn a mano, entrelazándolas para lograr muy diversos resultados. Es este uno de sus trabajos basados en el poder del lenguaje para dar sentido a lo que difícilmente lo tiene, o para metaforizar el carácter cambiante de las identidades.
Finaliza “Me paraliza la esperanza” de la mano de algunas de sus obras más recientes, como la mencionada LOG (March 22, 2019-May 17, 2020), una serie de más de 400 láminas dibujadas en las que compuso un diario de observaciones y sucesos cotidianos (la atención a lo cercano es clave en su discurso); Saying Water (2001), un monólogo en el que reflexiona sobre el agua y sus asociaciones; o las esculturas de vidrio colado Untitled (The tiniest piece of mirror is always the whole mirror) (2022), piezas cilíndricas y cóncavas en su base superior. En ellas, la americana incide en la materialidad compleja y difícil de definir del vidrio, ni sólido ni líquido: sus átomos se encuentran en un movimiento continuo aunque imperceptible, como en tantas ocasiones el agua y nuestras propias personalidades.