29 marzo, 2024

La realización, la desordenada elección de planos, los problemas de sonido, el teleprompter al aire, un recuerdo póstumo equivocado… entre los errores de la Gala de los premios más importantes del cine
La 28ª edición de los Premios Goya ha sido la del triunfo de David Trueba y Vivir es fácil con los ojos cerrados; la del reconocimiento a Terele Pávez y Javier Cámara, y hasta la del ubicuo Alberto Chicote, entrando a poner orden en el infiernillo del Caníbal Antonio de la Torre.
Lamentablemente, también ha sido la gala de los desbarajustes y problemas técnicos: si bien la retransmisión ha sido sensiblemente más rápida que la de años anteriores (se ha colocado en dos horas y tres cuartos), la realización y la escaleta han deslustrado la ceremonia.
Así, tan comentados como los ganadores y sus discursos, lo han sido también los gazapos durante la emisión. A ellos dedicamos este artículo, en el que recogemos los más notables y evidentes.
Realización: el teleprompter al aire
La realización de la ceremonia dejó al aire algunos “secretos” que debieran haber permanecido como tales. Uno de los tiros de cámara escogidos para tomar el escenario, un ligero escorzo de los presentadores ante el atril, con la platea al fondo, ponía al descubierto el teleprompter. Especialmente patente se hizo, por ejemplo, al comienzo de la intervención de Ernesto Sevilla: los espectadores pudieron ver perfectamente cómo un técnico iba haciendo pasar el texto que pronunciaba el actor y director “chanante” en la pantalla.
Errática y desordenada elección de planos
Proliferaron los cortes abruptos, que jugaron en contra del ritmo; errática composición y de los planos y mala elección de los ángulos de cámara, que dejaba a estas a la vista de la audiencia en todo momento, un detalle que no dejaba de deslucir la retransmisión, así como la pretendida elegancia a la que un evento como aspira.
Los planos del público no siempre fueron en consonancia con lo que premiados o premiadores estaban contando. Reseñable fue el despiste de realización en el instante en que una emocionadísima Terele Pávez se dirigió a Carolina Bang: la cámara buscó de manera apresurada a la mentada actriz, sin éxito, dejándonos con un torpe paneo por las butacas. En ese preciso momento, Bang debía entre bambalinas, prevenida para salir al escenario inmediatamente después, como parte del número musical de la ceremonia.
Los problemas de sonido afectaron a Jaime de Armiñán y a Vigalondo
En esa misma línea cabe destacarse las incidencias de sonido recurrentes a lo largo de la retransmisión, que fueron especialmente notorios en el momento en que Jaime de Armiñán subió al escenario a recoger su Goya de Honor. La pequeña conversación entre el premiado y Enrique González Macho, y sus dudas sobre el protocolo a seguir durante su intervención fueron audibles y entendibles para los espectadores. Por norma general, el sonido ambiente se hizo demasiado presente, lo que restó fuerza a los discursos.
De forma más anecdótica, el micrófono pareció jugar una mala pasada a Nacho Vigalondo en el momento en que se disponía a anunciar el galardón al mejor director novel. El propio director (que ultima Open Windows, su nuevo largo) bromeó luego en su muy activa cuenta de Twitter: “No falló el micro, fue la emoción, que obstruyó la laringe”.
Un recuerdo póstumo equivocado
A otro nivel, el In Memoriam, dedicado a los profesionales del mundo del cine y la comunicación que fallecieron en los doce meses previos, incluyó una grave equivocación. La fotografía que se utilizó para recordar a la periodista Beatriz Sartori no era de la citada, sino de Nuria Vidal, crítica de Fotogramas y Time Out y autora de la biografía de Maribel Verdú, por citar solo una de sus obras más recientes. Periodistas y compañeros de esta última, como Toni Vall, Blai Morell o Ricardo Aldarondo, no tardaron en destacarlo y exigir una rectificación a la Academia.
Cabe recordar que Beatriz Sartori falleció en su casa de Alphen aan den Rijn (Holanda) a finales de junio de 2013. Además de trabajar en TVE o TV3, fue periodista cinematográfica de El Mundo. El obituario que le dedicó Boquerini en ABC amplia, con cariño, los avatares de su vida profesional

Fuente: Vertele

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