28 marzo, 2024

Este 19 de Enero se cumplieron 205 años del nacimiento del célebre escritor Edgar Allan Poe.

¿Quién no ha leído a Poe alguna vez? O mejor dicho, ¿quién no ha escuchado hablar de él?

Un escritor que ha sabido perdurar en el tiempo a través de sus novelas, poesía, ensayos y críticas; un escritor que supuso un antes y un después en el género literario de terror.

De aguda tristeza y tenebrismo, Poe nos embarca, dentro de sus heterogéneas y abundantes fantasías, a diferentes estados y escenarios apócrifos tan personales como originales.

Nació en el año 1809 en Boston (Massachusetts), y murió un 7 de octubre en Baltimore (Maryland), a la temprana edad de 40 años.

Muchas de sus obras han sido adaptadas al cine, como La Caída de la Casa Usher, dirigida por Roger Corman en el año 1960 y El Gato Negro, bajo la mano del director Lucio Fulci en el año 1981, entre otras. Incluso nuestro célebre director, Narciso Ibáñez Serrador, se inspiró en varias obras de este majestuoso escritor para crear algunos de los capítulos de su genuina serie titulada: Historias Para No Dormir.

Pero eso no es todo. En la serie televisiva “Los Simpsons” se parodia entrañablemente en uno de los especiales dedicados al día de Halloween, la famosa obra titulada El Cuervo.

También artistas musicales de la talla de Anna Varney y su grupo “Sopor Aeternus and the Ensemble of Shadows”, crean una magnífica canción que lleva como título el propio nombre de la obra de Poe: The Conqueror Worm.

Sin lugar a dudas, un artífice literario que ha sabido sembrar su semilla en las mentes más inquietas y vivaces a lo largo de estos 205 años transcurridos desde su nacimiento. Desde otros escritores como Julio Cortázar y Rubén Darío, pasando por directores de cine como Tim Burton y los citados anteriormente, además de músicos lúgubres e intimistas. Así, la palabra de Poe ha ido evolucionando, dando vida y forma a otras muchas obras enmarcadas dentro de diferentes corrientes artísticas.

¿Y a día de hoy? ¿Y en un futuro? ¿Cabe la esperanza de que Poe siga siendo mentor e inspiración?

Me gustaría explicarme. No cabe ninguna duda de que grandes genios como este escritor seguirán propulsando las ideas creativas de cientos, miles y millones de mentes inquietas e innovadoras. Pero quizás sea más difícil desarrollar este tipo de inquietud bajo la comodidad en la que estamos cayendo a la hora de utilizar la ortografía y la gramática. Estamos abandonando las letras, las expresiones y olvidando la riqueza de los vocablos. Las abreviaturas son un arma de doble filo, y aunque nos “ayudan” a la hora de conversar (vía redes sociales, por ejemplo), no debemos olvidar que habitúan a la mente a un estado de comodidad preocupante y poco fructífero. Comenzamos acortando vía sms, disfrutando de esos cambios del “por qué” a un “xq”, de un “además” a un “ad+”, de la brevedad de tres letras como forman la palabra “por” a una simple “x”.

¿Qué beneficio puede traer consigo esta desafortunada costumbre? Estamos olvidando la riqueza de cualquier idioma, sus sinónimos y antagónicos, la oratoria. ¿Dónde han quedado los signos de puntuación? La entonación está perdiendo fuerza y no sabe donde detenerse si no existen unas guías, tan necesarias como apreciativas, a la hora de escribir y leer. He de decir que esa “ventaja” empleada, sobre todo a través de las nuevas tecnologías, comienza a ser visible en aspectos de la vida cotidiana donde una buena escritura (al menos sin faltas ortográficas) es fundamental… ¿No da qué pensar? A mí, sinceramente, a diario.

No es una comodidad complementaria, es una comodidad sustitutiva. Hace que nos olvidemos de las magníficas palabras que poseemos para explicarnos, para describir un paisaje, un sentimiento, una emoción, una noche de verano o una tarde de invierno. Preferimos decir: bonito, dolor, feliz, calor o frío… que expresar con la riqueza de nuestro vocabulario un perenne recuerdo o una preciada sensación.

¿Qué diría Poe si hoy se asomase a nuestra sociedad y leyera la forma de escribir que tanto se está extendiendo? Seguramente su primera meta sería descifrar esos extraños jeroglíficos que se encontraría ante sus ojos.

Al igual que el pintor no escatima una obra en pinceladas por terminarla antes ni un músico abrevia compases para concluir su pieza sin la magia característica de sus notas musicales, no nos restrinjamos a la hora de escribir y, sobre todo, de escribir bien. Leamos, hagamos crecer nuestras mentes y nuestra imaginación en consonancia. Porque un buen libro que cae en nuestras manos, ya sea de Poe, Bécquer, Cervantes, Valle-Inclán, Neruda, Lord Byron o Lorca no ahorra en descripciones ni en frases. Nos transporta a infinitud de realidades, precisamente, por la melodía formada palabra tras palabra.

Hagamos sentir orgullosos a todos los autores que nos han aportado una parte de sí mismos con cada obra escrita, sintámonos orgullosos de nosotros mismos a la hora de emplear nuestro lenguaje, una riqueza incalculable y al alcance de todos.

Rocío García Beas.
Promotora cultural y crítica

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