24 abril, 2024

El trabajo “Homo Urbanus Europeanus” (HUE) tiene a sus espaldas tres años de trabajo y exposición por treintaiuna capitales europeas. Su autor, el artista fotógrafo Jean-Marc Caracci recorre los espacios urbanos del hombre europeo tal y como el arqueólogo busca, desentierra y trata de reconstruir los espacios primitivos de la hominización. Pero aquí no salen a la luz vasijas, puntas de lanza o pinturas rupestres –acaso grafitis y pintura callejera-, sino espacios que aún están a la vista del objetivo y del ojo humano. Se trata de un “homo” viviendo en espacios geométricos formados por líneas rectas, paralelas, y ángulos, de los que se contagian luces y sombras para recrearlos. Se trata de nosotros, los europeos.

 

En blanco y negro, tonos adecuados al paisaje urbano al que estamos acostumbrados (aceras, calzadas, fachadas…) e ideales para no distraernos con la trama del color, contemplamos al hombre que camina por su hábitat con paso franco y seguridad, rodeado de la verticalidad de estructuras arquitectónicas, quizás como metáfora de la bipedestación humana. Hay un evidente acento poético en el uso de b/n aunque no estemos ante los grandes paisajes naturales de los que el hombre tiempo atrás se apartó, sino ante los paisajes de un nuevo hombre en la escala evolutiva; un nuevo hombre porque ha sabido crear un universo para uso y disfrute personal y colectivo. Jean-Marc Caracci nos muestra la perspectiva personal e individual del niño que juega en un Centro Comercial de Berlín, el hombre que espera en una esquina de Helsinki, aquel otro que hace un alto en el camino junto al puente Vasco de Gama de Lisboa…

 

 

¿Soledad? Jean-Marc Caracci lo niega, no tiene que ver con la soledad urbana como sentimiento que otros muchos han expresado. Todo lo contrario, el hombre solo de cada instantánea no se siente solo, no está fuera de lugar, va de aquí para allá, se mueve con naturalidad, siente la ciudad como el refugio que ofrecía la antigua cueva. La ciudad le envuelve, le enmarca –como en Atenas II, Estocolmo I o en Sofía II-, le refleja –como en Luxemburgo II o en Ljubljana – o le amenaza –como en Londres II-. Hombre y ciudad en Jean-Marc Caracci se funden, no hay contradicción entre ellos ni se busca por parte del artista el mensaje contranatura habitual. También se diferencia de la otra línea de fotografía urbana centrada en el elemento de la “masa humana” como epicentro de la ciudad. En HUE tenemos los elementos básicos y definitorios de una fotografía urbana: basta un hombre y un edificio o un cruce de calles en ángulo recto. Con ellos juega Jean-Marc Caracci hasta lograr, por ejemplo, que la luz, en Madrid I o en Viena III, actúe como un foco sobre el protagonista humano y el edificio de su espalda mientras las sombras los sustentan y amparan.

Sofia, Jean Marc Caracci

Sin embargo, hay varias instantáneas que van más allá y se adentran en un campo más simbólico, o, al menos, en un espacio más hermenéutico. Me refiero, por ejemplo, a Atenas I donde el hombre protagonista sigue el camino marcado y no ataja por en medio. Es normal. Todos iríamos por el camino empedrado, más aún si es un jardín cuidado o hay pendiente. Sin embargo, la perspectiva de la instantánea podría llegar a sugerir esa actitud nueva del hombre urbanita, del ser que va por la senda segura de la civilización, que no se arriesga a lanzarse cuesta abajo, la actitud educada que no pisa la hierba o, más simplemente, del “homo” que no quiere mancharse los zapatos. No es crítica. Lo repito, somos nosotros, los europeos. Las fachadas pueden sonreírnos –Vilnius II- creando bellos efectos de simetría, podemos dar con enormes códigos de barras –Luxemburgo II- que contrastan con las horizontales de la camiseta del peatón, o con efectos ópticos de transeúntes que caminan sobre el borde de una papelera –Estocolmo II-.

Rápidamente descubriremos un notable esfuerzo de equilibrio simétrico –Reikiavik II- en escenarios donde predomina geométricamente el ortoedro y la figura trapezoidal –Madrid II o en Oslo I-, compensando los elementos en escena de forma armonizada. Cada imagen está pensada y preparada al modo de la escenografía dramatúrgica o la toma cinematográfica en la que el movimiento queda sugerido por los hombres cuyo andar podemos prolongar de manera natural. Reina en la serie el plano general corto, idóneo para resaltar la figura sin perder su fondo, esto es, para resaltar al ser humano dentro de la ciudad. Esto último, unido al uso de angulación neutra, sobre todo, y contrapicados, como alternativa, denota menos retórica y subraya la mayor importancia del tema escogido.

Londres, Jean Marc Caracci

En suma, Jean-Marc Caracci pone ante nuestra mirada una fotografía documental en la que busca y aprovecha los finos toques estéticos que el medio fotografiado ofrece en luz, sombra y geometría, muy próximo a un pionero en esta tendencia antipictoralista de la fotografía como Paul Strand, quien aconsejaba:

 

“Sobre todo mirad las cosas que os rodean, vuestro mundo inmediato. Si estáis vivos significara algo para vosotros, y si os interesáis lo suficiente por la fotografía y sabéis como usarla querréis fotografiar ese significado” (STRAND, Paul, Carta a los estudiantes de fotografía, 1923).

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