Hasta el próximo marzo, la artista cubana Glenda León se suma al programa “La expresión iberoamericana”, que cumple tres episodios en el MEIAC de Badajoz bajo el comisariado de José Jiménez, con el proyecto “Música de las formas”, que recuerda que el diálogo de las artes con el sonido está presente en nuestra cultura desde la Grecia clásica, y que ya entonces se vinculaba el espacio y la música: Pitágoras habló de la “armonía del cosmos” o la “música de las esferas”.
La exploración de la vigencia de esos conceptos hoy, de abajo arriba y de arriba abajo, centra parte del trabajo de León, porque la música es una de sus fuentes claras de inspiración (y ella estudió, además de filología e historia del arte, ballet clásico): Por eso quise ser por muchos años coreógrafa. Luego me di cuenta de que el principal ingrediente de estas ideas coreográficas de aquella época era lo visual.
Anteriores a las palabras fueron los signos, que establecían correspondencias entre lo real y su síntesis, aunque siempre aproximadas. A Badajoz ha llegado la serie Estrellas masticadas (2015), en la que León invierte el arriba y el abajo: los cielos se hacen suelos y los chicles pegados en estos, estrellas; subraya así la artista que lo superior y lo inferior, geográficamente hablando, existen en función de las coordenadas de nuestro pensamiento y que es posible trazar constelaciones que no existen sobre nuestros ojos ni bajo nuestros pies; pueden componer el recorrido de nuestra mirada.
Mirage: Historia oculta del espejo roto cobija un enigma: una rama tiene la misma forma que la rotura generada por la quiebra de un espejo; lo natural y lo artificial convergen. Al presentar uno y otro objetos unidos, sin mayores excesos formales, se apunta a una morfología secreta y quizá universal.
Más misterios, derivados de la unión inesperada de imágenes y de formas en movimiento que parecen brotar de la imaginación, los encontramos en el vídeo Dirigir las nubes (2008-2017), en las que estas parecen llegar a configurar un mapamundi, con intención: esa geopolítica fluida nos lleva a elucubrar otros órdenes posibles, fronteras resituadas o inexistentes, jerarquías norte-sur, o este-oeste, transformadas…
Regresando al asunto de la “música de las esferas” antes y ahora, este se hace especialmente presente en la serie Cada sonido es una forma del tiempo (2020). En época de Pitágoras y en la nuestra, la forma y la música se enlazan a través de los números: tanto las figuras geométricas como los intervalos sonoros derivan de relaciones matemáticas entre las partes; en el fondo fenómenos de muy distinta índole, incluso estéticos, pueden describirse a través de códigos numéricos; aspecto para unos tranquilizador, para otros inquietante (la escuela pitagórica formuló ya que los periodos de los cuerpos celestes contaban con propiedades análogas a las de los intervalos musicales, funcionando así el cosmos como una suerte de caja de música).
En esa serie, la reciente Cada sonido es una forma del tiempo, dibuja León formas y caminos sobre las líneas de un pentagrama: no apela tanto a melodías susceptibles de ser interpretadas como a armonías internas, subyacentes en las cosas, que afloran como formas en movimiento.
Glenda León. “Música de las formas”
MEIAC. MUSEO EXTREMEÑO E IBEROAMERICANO DE ARTE CONTEMPORÁNEO
c/ Museo, s/n
Badajoz
Del 23 de octubre de 2020 al 31 de marzo de 2021