Por David Villanueva – periodista
Héctor Martínez Sanz (Madrid, 1979) se licenció en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y se diplomó en literatura por la Sociedad Cervantina de Madrid. Polifacético autor de ensayo, crítica, poesía y novela, es profesor de Filosofía, Lengua y Literatura en su ciudad natal. Tras su última novela, Misión 109, la tragedia del Lady Be Good y los dos volúmenes de crítica, Baruch Elron y Baruch Elron en España, éste último coordinado por él, ha sacado a la luz en Argentina con la EDIUNS (Editorial de la Universidad Nacional del Sur) el libro Humanografía, Relatos desde el Lienzo.
Humanografía, Relatos desde el Lienzo es una colección de cinco relatos basados en la serie pictórica homónima del artista plástico Romeo Niram. Partiendo de los lienzos del artista judío, Héctor Martínez imagina historias centradas en el universo de una mujer occidental y contemporánea enfrentada todavía a mentalidades represoras.
D.V.: ¿Sobre qué trata Humanografía. Relatos desde el lienzo?
H.M.S.: Son dos los ejes del libro. Por un lado, pongo en práctica la écfrasis como recurso narrativo sobre los cuadros del pintor Romeo Niram, imaginando historias de entre las posibles y dotando de vida las escenas que en las obras se pueden contemplar. Por otro, razón también de que me fijara en Romeo Niram, el protagonismo que adquiere la mujer contemporánea. Ambos puntos se aunaban casi perfectamente, y me daban la oportunidad de dar a luz un libro completamente genuino en el que las páginas se convierten en una galería de exposición junto al hecho de que la literatura y el arte se hermanen sobre el tema de la mujer en una perspectiva más actual.
Aunque son relatos independientes, el hilo lo forman, a partes iguales, la mujer y el arte.
D.V.: ¿Qué te inspira a la hora de escribir?
H.M.S.: La verdad es que soy reacio al concepto de inspiración. No hay musas revoloteándome, sino que es más bien una especie de intuición estética, una inmediatez, un ejercicio de admiración ante algo. No se trata de una sobrevenida mística, más bien es algo natural que se une a la técnica de uno. El contenido te asalta, lo seleccionas, lo refieres a tu experiencia, lo interpretas y tratas de darle forma. La idea de que los textos se escriben solos, como por arte de magia, porque te lo dictan espíritus, es bastante ingenua. Eso, como mucho, es la parte intuitiva. Pero siempre ha de haber una base adquirida con esfuerzo, que incluye desde el intento fracasado hasta el hallazgo meritorio. El arte y la literatura no son cuestión de azar ni asunto de unos pocos elegidos que sin más te escriben un poema o te pintan un cuadro en un pestañeo. El resultado en forma de cuadro, libro o melodía muchas veces oculta a la comprensión del espectador un fondo de arduo trabajo y hace creer que ha sido cosa de una cita rápida con las musas.
En el caso concreto de Humanografía. Relatos desde el lienzo, ha habido un largo camino de años, porque presentaba muchos problemas, entre ellos, los dos más serios eran seleccionar las pinturas de entre toda una serie de obras excepcionales y tratar de respetarlas en su plasticidad lo más posible. Pudiera parecer fácil a muchos, la escena ya la tienes en el cuadro, y lo fácil en verdad es cargarte el cuadro mismo.
D.V.: ¿Cómo surgió entonces la idea del libro?
H.M.S.: Una noche, como casi todas las ideas. Yo había escrito varios artículos sobre diferentes obras de Romeo Niram, pero tenía claro que un artículo apuntaba a un público más restringido. Hablaba, no recuerdo con quién, de escribir un libro de crítica que incluyera un catálogo, pero no me atraía esa idea del catálogo. Se trataba de llegar a un público más amplio con un libro que pudiera hacer las veces de catálogo. Entonces me vino a la cabeza el hecho de que el catálogo es un libro que se presta como sala de exposición en papel, y que nada impedía servirse de la literatura para escenificarlo, quitarle el grosor de lo conceptual, y una sola palabra resumía lo que se fraguaba, la écfrasis. El asunto empezó a cobrar vida en ese momento. Luego, como decía, había que elegir qué pinturas, porque no se podía hacer con toda la obra de Romeo Niram, no todas se prestaban a ello ni había posibilidad humana de abarcarla por completo. Era mejor una insinuación, una muestra, y al final, la serie elegida fue Humanografía.
Por cierto, ahora que lo menciono, debe saberse que el título del libro le pertenece a Romeo Niram, no a mí, pues es el título de la serie de cuadros en la que fijé mi atención. Incluso afirmó que es él más que yo el autor del libro, porque son más sus obras que mis relatos lo capital del mismo. Son la fuente y el origen, y como en una galería de arte, lo que hay que contemplar; lo escrito por mí son como los rótulos explicativos e interpretativos al pie del cuadro, el acompañamiento.
D.V.: Los personajes, ¿son ficticios o has tomado como referencia a personas reales de tu entorno?
H.M.S.: Son ficticios. No tomé a nadie como modelo, al menos por entero. Quizás, son más bien construcciones basados en hechos aislados, actitudes o gestos de una u otra persona que yo conozca, alguna anécdota, revueltos en la misma olla. Obviamente, no nacen de la nada, se alimentan de lo que yo pongo en ellos, de lo que yo conozco, he visto, he vivido. Acaso sólo Romeo Niram, que aparece en dos ocasiones, en cameos literarios, si esto puede decirse así, porque la palabra cameo se refiere más al mundo del celuloide.
D.V.: ¿Qué expectativas tienes con el libro?
H.M.S.: Mi expectativa con cada libro es siempre la misma, que responda bien a las expectativas de los lectores. Por supuesto quiero que lo adquieran y que lo lean cuantos más mejor, ahora bien, sobre todo que la lectura les satifaga. Pero, debo añadir, en concreto para este libro, como comentaba antes, que sirva también para aproximar más aún a los lectores al mundo artístico de Romeo Niram, y al arte en general, de una forma más lúdica, literaria, menos abstrusa. Es el objetivo con el que nació y mi principal deseo es haber podido cumplir él.
D.V.: ¿Actualmente estas trabajando en algún libro?
H.M.S.: ¡Cuándo no! Muchas veces pienso, cuando estoy con un libro entre manos, que al acabarlo me debería tomar un descanso, y las ganas aumentan según lo voy terminando. Pero después, editado, ves el resultado, piensas que la vida es corta, calculas lo que te ha llevado escribirlo, y no puedes evitar empezar el siguiente, que, normalmente, empieza a surgir a la mitad del que estabas escribiendo. Lo más que he llegado a parar entre uno y el siguiente ha sido, creo, una semana. Por ejemplo, entre la última novela, Misión 109 y sobre la que estoy ahora mismo, ni siquiera pasó un día. Ya tenía apuntes tomados para la segunda cuando iba por la mitad de aquélla.
Es una novela ambientada en el Madrid de 1962. De hecho, es coetánea con Misión 109, que precisamente finaliza en esos años. Trata las intrigas de aquellos años sobre el control mental, el uso de alucinógenos, pero contextualizado en algo tan excepcional como la fiebre por los extraterrestres, en pleno auge en España y, en concreto, en el Madrid sesentero y con tintes quijotescos. En principio parecerá una auténtica locura, y, sinceramente, creo que tiene ese componente de absurdo conspiranoico, que al mismo tiempo ofrece la belleza de abrir la imaginación en tiempos no tan tolerantes como los actuales.
D.V.: ¿Qué proyectos tienes?
H.M.S.: El futuro siempre es incierto, y las más veces decide él. Bajo su amparo, yo sigo trabajando en la divulgación de las obras del pintor Baruch Elron, sumando e implicando a más personas entre galeristas y artistas, críticos y agentes culturales. También, tras la reciente publicación de la Antología poética (Mundi Book, 2014), sigo con la poesía con dos grandes conjuntos que están todavía germinando, uno basado en los textos bíblicos y otro sobre la pieza del nocturno, otra manera de engarzar artes, esta vez con la música, aunque sobre todo me interesa la posibilidad que ofrece la estructura libre que implica el tema y que es traspasable a la poesía.
D.V.: ¿Quieres añadir algo que creas importante, que no se haya mencionado?
H.M.S.: Sobre todo, agradecer a tantos que han apoyado Humanografía. Relatos desde el lienzo y que lo han hecho posible. En concreto a Nidia Burgos, directora de la Editorial de la Universidad Nacional del Sur, por creer en mí, en el libro, en el arte, y haber puesto todos los medios, junto al equipo de la EDIUNS, para que saliera adelante el libro en unas condiciones que nunca habría podido imaginar. La edición es excelente, y de todo corazón va mi agradecimiento a ellos. También a la Red de Editoriales de Universidades Nacionales, cuyo trabajo para difundir ciencia y literatura es verdaderamente loable. Un agradecimiento que hago extensible y general, porque nombrarlos sería interminable, a quienes en España también me prestaron toda su disposición y apoyo. Y por supuesto, a vosotros por prestar tiempo y atención al libro y a mí en esta entrevista. Muchas gracias a todos.