18 abril, 2024

Inusual, ése es el adejetivo que me viene a la cabeza después de conocer el último libro de Héctor Martínez, Humanografía. Relatos desde el lienzo (EDIUNS, 2014). Es la primera vez que veo un libro de relatos haciendo de catálogo de arte, o al revés, según se quiera. Ya lo dice el autor en su notra introductoria: «Porque la letra vuelve a ser líneas dibujadas sobre el papel y la pintura una escritura de lo humano (…) Para una correcta lectura de este libro, se deberá contemplar y leer primero las pinturas, para después seguir las líneas ilustradoras». Y no dejan de ser interesantes estas ideas para lo que diré a continuación.

El grafo es, si lo pensamos como el autor, una serie de trazos convencionales a los que hemos atribuido un sentido o una función. Es decir, un dibujo, igual que nos lo parece cualquier alfabeto distinto del latino. Son líneas simbólicas, tan líneas como las de cualquier objeto o ser del que pintasemos su contorno. Y el grafo se contempla como se contempla una pintura. O, a la inversa, la pintura se lee como se lee el grafo. Ése es el cruce de caminos que Héctor Martínez ha encontrado, que da completo sentido al término Humanografía; mejor dicho, doble sentido: es la pintura y la escritura al mismo tiempo. Y ése es el sentido de que el libro se nos ofrezca como un conjunto de relatos y un catálogo de cuadros del pintor, Romeo Niram. Uno delimita figuras y el otro frases, pero en el fondo, se trata de lo mismo.

El figurativismo conceptual de Niram encuentra su correlato literario por medio de la écfrasis en la literatura de Héctor Martínez. Como analiza en un artículo el escritor: «En Humanografía se subraya (…) que Romeo Niram escribe con la pintura. Al fin y al cabo, escribir es trazar líneas sobre una superficie, como lo es el pintar. Simplemente se usan dos abecedarios distintos» (Romeo Niram: Las venus y majas del último siglo, 2010). Dos alfabetos distintos traduciéndose, aunque cronológicamente las pinturas, de 2007, preceden a los textos, dato importante para comprender la primacía que el escritor confiere al pintor, tanto en la introducción como en cada relato, anteponiendo siempre la obra pictórica a la literaria. Es la razón de lo que citábamos antes: primero contemplar y leer las pinturas, después los relatos.

En cuanto a los relatos, nos encontraremos lo humano como tema, desde los ojos y las vidas de las mujeres de las pinturas que Héctor vivifica. Desde el juicio a una sociedad en declive, rutinaria, automática, que no ofrece ninguna novedad en La mujer gris, primero de los relatos, hasta la sociedad anquilosada en valores arcaicos que prejuzga y es contestada y ridiculizada desde el mundo del arte en La joven de la mansión del extremo norte, último de los dedicados a los cuadros de Romeo Niram. Entremedias, la mujer fuerte contra la varonización, ya la pusilánime de quien no sabe tratarla, como en Thalamon, ya la bestial de quien la explota y esclaviza sexualmente como propiedad suya, como en La bailarina.

Para finalizar, un último relato, écfrasis esta vez de Velázquez y homónimo de sus popularmente conocidas Las hilanderas, donde se revisa el mito de Aracne como una lucha del arte y el talento, ejemplificado en la protagonista, contra los dioses y los valores universales tradicionales. El mito de Aracne ya no es simplemente una moralina contra el orgullo y la insolencia, sino que éstos se convierten en valores positivos contra un mundo que sojuzga desde las trascendencias al arte y a la mujer, que impotente, se ve castigada. Sin embargo, ella, Aracne, no se arredrará a pesar de saber a quién se enfrenta y las consecuencias. Conocido es que Aracne vence en la competición frente a Minerva, quien colérica, destruye su trabajo y la transforma en araña, lo que para Héctor Martínez es suficiente demostración de la injusticia y desmoronamiento de un mundo guiado por tal moral.

El libro Humanografía. Relatos desde el lienzo es, por un lado, una labor interdisciplinar, que acepta el reto de una época artística aún por definir, o en otras palabras, en proceso de definición. Proceso en el que iniciativas como ésta de la EDIUNS se insertan y cobran su peso específico. Por otro lado, es el libro que se levanta y mira cara a cara a una sociedad decadente y obsoleta, estancada, que debe plantearse a sí misma como problema.

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