20 abril, 2024

Existe un intercambio generacional que es la garantía de que el arte y la cultura de aquellos que se van marchando queden para la posteridad. El hombre es por naturaleza mortal, pero su obra puede ser inmortal por el valor en sí misma y porque quienes recogen su legado lo transmiten en la interminable cadena del conocimiento humano. Esto queda demostrado con la publicación de libros como Maestro Elron – Edición X Aniversario (2016) que ve la luz este otoño gracias a Retrato Literario Libros. El libro es un homenaje al pintor Baruch Elron, de cuyo fallecimiento se cumple una década este 2016.

Baruch Elron nació en 1934 en Bucarest en el seno de una familia sefardí. Como en muchos otros grandes pintores, el arte fue su vida. Mientras estudiaba en la Academia de Bellas Artes Nicolae Grigorescu, con artistas de la talla de Corneliu Baba como profesores, solía viajar a Moscú, Praga y Budapest, donde visitaba asiduamente sus museos en los cuales bebía de los grandes maestros del arte. Con veinticuatro años obtuvo el reconocimiento internacional al ser galardonado con el Premio a la Excelencia de la Feria Internacional de Arte de Rio de Janeiro y con veinticinco al recibir el premio del Festival de la Juventud de Moscú. En 1960, con veintiséis, se le galardonaba con el Premio al libro ilustrado en la Feria del Libro de Dresde (Alemania). Pero fue su emigración a Israel junto a su esposa Lydia lo que impulsó definitivamente su obra pictórica. Es en Israel donde despliega todo su genio artístico hasta el último aliento, y adquiere una dimensión mundial con exposiciones en Tel Aviv, Nueva York, Montreal y Toronto. Durante los 70s su obra recorre las principales ciudades alemanas, de Dusseldorf a Colonia y a partir de entonces conquista otros países europeos como Francia, Bélgica, Croacia (antigua Yugoslavia) o la Quadrienale di Roma (Italia). A mediados de los 80s es nombrado Presidente de la Unión de Artistas de Israel, cargo que ocupó hasta 1994. Mientras otros reconocimientos le llegaban, como el Premio ACMEOR de las Artes Visuales o el Premio Jubileo de Israel, una grave enfermedad le hizo perder una pierna y lo postró en una silla de ruedas. Fue un hecho traumático que quedó plasmado en muchos de los cuadros de su última época, pero que también fue la causa y origen de series tan fantásticas como la serie de pinturas del Boulevard Chen, la avenida donde vivía, poblada de árboles sorprendentes que él reinterpretó a partir de sus maravillosas formas para ofrecernos un rincón más del mágico mundo —en términos de la doctora Miriam Or— que sus ojos, sus manos y su alma supieron crear. Baruch Elron, finalmente, falleció en 2006 en Tel Aviv.

Se trata de un pintor con una sólida formación de base que supo, a través de un inmenso trabajo autodidacta, desarrollar un estilo propio, original, siempre entroncado con su tiempo y el contexto de su vida. Su obra se adscribe al Realismo Fantástico, movimiento nacido en Viena y desarrollado en la segunda mitad del s.XX., uno de cuyos más importantes fundadores, el austríaco Ernst Fuchs fallecía el pasado otoño. El misticismo onírico entreverado de tema mitológico y bíblico siguiendo las técnicas de los grandes maestros es una característica clave que une la obra de Baruch Elron al movimiento artístico austríaco (véanse la serie «Historias de la Biblia» o las pertenecientes a los temas del tiempo y la música). Cabría pensar que la obra de Elron, al desarrollarse fundamentalmente en Israel, resultaría más exótica y alejada de la tradición y el arte destilado en el viejo continente, fuera de las corrientes culturales del presente occidental. Sin embargo, como muestra el libro Maestro Elron – Edición X Aniversario, su pintura es completamente europea y siempre fue consciente de su tiempo y de los acontecimientos históricos, tecnológicos y culturales que lo envolvieron. Esto, si cabe, es una de las principales conclusiones que se desprenden del libro: la irrenunciable contemporaneidad de Baruch Elron por la que supo partir de los clásicos y reactualizar temas y motivos antiguos a un lenguaje actual.

La introducción del volumen, escrita por el coordinador del libro, el profesor Héctor Martínez Sanz, lo afirma tajantemente: «estamos ante un pintor de talla, responsable de una obra que nada tiene que envidiar a las creaciones de la historia ni aun a las actuales expresiones artísticas. De hecho, respecto de la contemporaneidad, en todos los textos aquí reunidos, se destaca un aspecto fundamental de la pintura elroniana, y es la facilidad con que integra elementos y técnicas modernas en una comprensión del arte que no olvida a los grandes clásicos de la pintura».

El doctor en filosofía e historiador del arte, Pedro Ortega Ventureira, abre el libro con un sugerente ensayo sobre el neosimbolismo en la obra de Baruch Elron. La afirmación de base aparece también en el decurso de su reflexión al asegurar que el pintor «presenta en su arte numerosas referencias a las corrientes del arte europeo de finales del siglo XIX y comienzos del XX (…) también en los símbolos empleados por Elron hay un cierto poso de raigambre occidental que tienen su origen en el fin de siècle». Las observaciones de Pedro Ortega transcurren, pues, a través del análisis y relaciones con el arte simbolista y los motivos sensuales de series como Leda y el Cisne o cuadros como Boda del agua y la tierra, o el tema simbólico de la decapitación a través del mito bíblico.

A continuación, el artista visual Iván MIEDHO desarrolla un discurso que parte de la misma base: «lo que más capta mi atención en Baruch Elron son los innumerables conceptos contemporáneos de los que hace gala». A partir de ello, concibe la línea simbolista ligada a las formas de la literatura de ciencia ficción, el cine, el anime y el cómic, a partir del Sansón, el héroe o del Adán y Eva del pintor israelí —no olvidemos que fue ilustrador—, y la veta surrealista —Baruch Elron formó parte del Grupo Meshushe (Hexágono), que introdujo el surrealismo en Israel— a partir del símbolo del huevo o la naturaleza en la icónica pintura Las cuatro estaciones o los temas más característicos de Elron como son el tiempo y la música. Concluye: «Podría definir su mundo como surrealista, también fantástico, reformando antiguos conceptos y escenas, dando un aire moderno, conceptual y onírico».

El siguiente ensayo es obra de Rocío García Beas, gestora cultural e historiadora de cine. Su título, El apocalipsis de Morfeo, engarza perfectamente con los anteriores y da un paso más dentro del libro para acercar la pintura de Elron al público español. Trata de responder subjetivamente a una pregunta: «Cómo nos sentimos cuando admiramos el desasosiego de sus pinturas, el reflejo de un presente en figuras históricas, extintas e inventadas». Enfrenta así temas contemporáneos en la obra de Elron como el consumismo y la invasión tecnológica de la vida, la contaminación, la visión de la mujer y la naturaleza, entre otros, centrados en el interior del hombre: «nuestra atención está ahí, fijada ante sus obras, removiendo sentimientos y emociones que se tiñen con los colores de sus pinturas».

Ese mundo surrealista alcanza su punto de mayor libertad en el ámbito de la infancia, tema que Carla BlackStar propone como otro itinerario con origen en lo onírico y la emoción: «las obras de tema infantil de Elron muestran ese trazo más libre, una conexión más directa entre el espectador y él mismo». El niño y su mundo como una liberación del pintor en el arte, el recuerdo y la nostalgia, el lenguaje, la cotidianeidad de la infancia e incluso la literatura infantil, son temas que Carla BlackStar va hilvanando entendiendo que no son obras marginales en la producción pictórica de Baruch Elron. Muy al contrario, Carla BlackStar recoge el subrayado de la doctora Or como la esposa del pintor Lydia Elron acerca del tema: «Mientras muchos reniegan de su deseo de volver a ser niños, Elron, junto a otros artistas directa o indirectamente declara su gran afinidad con la infancia y la inocencia como un camino de salvación personal y con un sentido de totalidad unificada».

El libro se cierra con un largo ensayo del coordinador de la obra, el profesor Héctor Martínez Sanz, quien titula con un adagio latino como hiciera con cada capítulo de su primera obra sobre el pintor en 2012: Inter arma silent musae, rótulo de una de las pinturas de Elron. El ensayo recoge el tema general del compromiso de Baruch Elron, la política y la sociedad. El ensayo, nuevamente, sienta la base contemporánea del pintor israelí, desde una postura filosófica orteguiana: «Los artistas viven constreñidos por su época histórica. Por mucho que lo deseen, muy pocos de entre ellos llegan a atisbar los primeros metros allende la frontera de su contexto temporal. Cuanto les rodea, configura su mirada. Pero no pensemos que, por la misma razón, la época histórica los moldea homogéneamente. Simplemente están todos dentro de unos límites del tiempo, lo que llamamos contemporaneidad, dentro de los cuales hay múltiples lugares diferentes, denominados de más a menos con los términos coetaneidad e individualidad». De aquí, temas como las Guerras del Golfo, los ataques a Israel y las máscaras de gas, el asesinato de Yitzhak Rabin, la caída del telón de acero y el bloque soviético, el american way of life, la cultura del capitalismo, son analizados junto a las concomitancias pictóricas con el Sots Art y el simbolismo.

Con Maestro Elron – Edición X Aniversario una nueva generación recoge en España el testigo dejado por Baruch Elron para el mundo. Una obra artística incomparable y reciente que no debe pasar por alto una de las cunas del arte europeo como es España, razón por la que los autores han reunido sus textos en un volumen colaborativo. Pero, además, estamos ante un libro que derrocha conocimiento y aporta juicios, valoraciones y argumentos sobre el arte que abren al espectador a un abanico de novedosas posibilidades de estudio e interés sobre temas artísticos normalmente desconocidos para el público mayoritario. Sí, el libro homenajea a Baruch Elron, no obstante, también proyecta su sombra en las ramificaciones artísticas a lo largo de la historia hasta sorprender con algunas de las vinculaciones. Por último, tiene del mismo modo Maestro Elron – Edición X Aniversario un trasfondo filosófico, reflexivo, que deja algunas direcciones abiertas, algunos pensamientos en el aire, que, sin duda, animarán al lector a penetrar los misterios y la magia que el espíritu de Baruch Elron produjeron.

Si deseas leer el libro, puedes conseguir una copia aquí

 

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