Kel Báthory, escritora y amante de la literatura de terror, nos trae un brillante artículo donde pone de manifiesto la delgada línea que separa la ficción de la realidad. Partiendo de la novela de Clara y la Penumbra, del escritor José Carlos Somoza, y acabando con el artista Iván MIEDHO. Kel Báthory nos plantea un debate crucial sobre el valor del arte y el de la propia vida humana.
“Cuando el arte muere, queda inmortalizado para siempre”
Bruno Van Tysch. (Somoza).
Así nos lo decía el artista hiperdramático Bruno Van Tysch, uno de los personajes de la novela de Clara y la Penumbra de José Carlos Somoza. En un mundo donde el llamado arte hiperdramático convierte a los seres humanos en lienzos imprimados, vacíos, borrados y listos para ser no sólo pintados y colocados, sino preparados y sometidos psicológicamente para sentir el sentimiento que el autor ha querido pintar y con ello, transmitir dicho sentimiento a través y desde la propia obra hasta el observador. Estas esculturas de arte humanas, se exhiben inmóviles como estatuas y posan durante interminables horas tras la expresión y emoción que ha proyectado su autor. Además de ser vendidas o alquiladas por los coleccionistas.
Podría parecer una locura de mundo, sin embargo, en un mundo loco como este, la locura es una fina línea que está tan sólo a un paso. ¿No os parece?
El artista Iván MIEDHO se inspira en parte de este mundo para su serie artística Doppeltgänger. En estas obras se imprime a sí mismo vaciando su esencia para crearla de nuevo a través del doppelgänger, reflejando ese doble que todos tenemos y camina a nuestro lado omnipresente, ese gemelo malvado fruto de una máscara más y tras el producto de todas las que somos. Representa ese sentimiento oculto que se esconde en cada una de las caras de un todo. Dicen que ver a tu doppelgänger, augura tu propia muerte.
En Doppeltgänger, Miedho usa como lienzo su propio cuerpo, imitando al personaje de ficción Bruno Van Tysch. Pintando bajo tonos dorados la representación simbólica de su gemelo malvado, tras una mirada celeste de ojos hostiles, nos presenta su doble fantasmagórico.
La serie artística pasa por diferentes fases que conlleva el proceso de creación. Primero imprimando a los modelos como si de lienzos se trataran, después pintando sobre ellos utilizando pintura acrílica. Es el turno de fotografiar al modelo convertido en obra de arte y finalmente fusionar el lienzo humano con el lienzo digital. Digno de una obra que sólo se puede dar en la ficción.
Con este texto inspirado en la obra de Somoza, Clara y la Penumbra, me despido y os presento algunas de las obras de la serie Doppeltgänger.
«Cuando el arte muere, queda inmortalizado para siempre.»
Bruno Van Tysch
(Somoza).
Cuerpos desnudos posan frente mis ojos.
Yacen completamente inmóviles,
pintados al óleo e inmortalizados,
bajo una obra de arte.
Desde cierta distancia cualquiera diría que es una obra común.
Pues tan solo al acercarte varios metros,
te percatas de que las criaturas que se encuentran tras del marco,
son reales,
son humanas.
Sus cuerpos desnudos permanecen en plena quietud,
y son delineados con brillantes oleos,
que dibujan en sus cuerpos perfectas líneas.
Líneas en fibrosos músculos,
que remarcan sus siluetas.
Yacen estirados en distintas poses,
tensos,
pétreos,
percibiendo el leve movimiento de sus respiraciones,
y sin parpadear.
Como muertos criogenizados,
que aguardan su despertar.
Sus cristalinos ojos,
visualizan diversos sentimientos.
Acompañan las paralizadas expresiones de sus caras,
fruto del reflejo de la obra a la que pertenecen,
y a gusto del autor.
Al acercarte más a ellos,
percibes los aromas que desprenden.
Brotan como orquídeas desde pieles perfumadas,
con aromas tan agradables,
como nauseabundos.
Viven dentro de un cuadro,
representando lo que el autor ha querido plasmar,
y ha enseñado a sentir.
Son obras de arte humanas que viven vacías,
esperando a ser rellenadas.
Llamadas por sus autores lienzos,
imprimados y listos para ser dotados de arte.
Son fruto del arte hiperdramático.
Donde los artistas pintan obras de carne humana,
creando mundos sobre pieles desnudas.
Kel Báthory es escritora y amante de la literatura de terror. Le atrae este género en todos sus aspectos. Ganadora del Concurso de relatos de terror Halloween 2011 organizado por “El eterno escritor” y “El estante olvidado”. Colaboró en varias columnas de la revista ‘Cartel Urbano’. Aparece en la antología “Crónicas del miedo” con su aportación “Reflejos del alma”. Actualmente su pasión la lleva a reseñar continuas obras literarias de distintas editoriales y autores. Podéis leerla en su blog http://soldemedianochee.blogspot.com.es
Interesante el artículo y descubrir a la autora. Ya tengo un blog más para mi colección.