4 octubre, 2024

Dos obras sobre Franco. Y dos demandas. Ya queda claro que a la fundación que lleva el nombre del dictador el arte de Eugenio Merino no le gusta nada. Y desde luego no le hace ninguna gracia que el creador colocara primero una escultura de Franco en una nevera y, segundo, empleara la cabeza de esa misma estatua como punching ball para una nueva parodia del caudillo. La fundación ya demandó a Merino por la primera obra. Pero la juez Rocío Nieto Centeno desestimó el asunto. Así que si el refrigerio del dictador era legal, la fundación ahora quiere demostrar que por lo menos usar su cabeza como saco de boxeo no lo es. Consideran, como se lee en la demanda, que la actitud de Merino “lleva al ataque de los derechos al honor de la Fundación Nacional Francisco Franco” y por tanto le exigen una indemnización de 12.000 euros.

La atención especial de la fundación hacia el arte de Merino viene de lejos. En concreto, en febrero de 2012, cuando expuso en ARCO Always Franco, donde colocaba al dictador congelado dentro de una nevera de Coca-Cola. Miembros de la fundación acudieron a la feria, sacaron fotos de la obra y presentaron una demanda que fue aceptada por el juzgado de Primera Instancia número 26 de Plaza de Castilla y en la que pedían a Merino 18.000 euros de indemnización.

El pasado 17 de julio se celebró por tanto el juicio. Y la juez desestimó la demanda. Pero Nieto Centeno sí reconoció el derecho de la fundación a defender el honor del caudillo. Y Jaime Alonso, vicepresidente del organismo, aseguró a la sazón que recurrirían la sentencia ante la Audiencia Provincial y llegarían hasta el Supremo si hacía falta. Sin embargo, finalmente su amenaza se quedó en tan solo eso, una amenaza.

El otro aviso de Alonso, en cambio, sí tuvo secuelas. «Contra Merino iremos seguro», insistió el vicepresidente de la fundación. Se refería a un acto que varios artistas, incluido el creador de Always Franco y Punching, celebraron en los días previos al juicio, para ofrecer su apoyo al demandado y, de paso, reírse de nuevo del dictador. La única duda de la fundación acabó siendo si demandar a todos o solo a su enemigo público número uno. Finalmente apostaron por la segunda opción.

Para Merino, o más bien para su letrado Jorge Laguna Alonso, quien firma la respuesta a la demanda, la Fundación Franco demuestra “una especie de manía persecutoria que en absoluto ampara nuestro derecho, con evidente mala fe y abuso del Derecho”. El texto afirma también que la nueva obra, como ya Always Franco antes, representa «un ejercicio legítimo del derecho a la creación artística y a la libertad de expresión».

La fundación en cambio cree que “la libertad de creación no representa un ilimitado derecho cuando entra en colisión con otros que son mermados”. Queda por ver quien se lleva este segundo asalto. Aunque, a juzgar por lo visto hasta ahora, no será el último.

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