12 diciembre, 2024

El pasado 21 de julio, un equipo de forenses, después una enorme polémica, retiraba muestras del cuerpo embalsamado de Dalí tras levantar la enorme lápida en el Teatro Museo de Figueras, donde reposa. Tal vez la palabra muestras no sea la más elocuente, a pesar de ser técnicamente la más adecuada, sobre todo cuando pensamos en cómo dejó la operación al cadáver exquisito de uno de los grandes de la historia de la pintura española y del arte universal. Como el bisturí no entraba en la carne endurecida por el proceso de embalsamamiento, se retiraron las dos piernas para extraer las tibias y los peronés, además de uñas de los pies y las manos, varios molares y muestras de cabello…

¿Merecía esa brutal intervención un caso tan dudoso? Era responsabilidad de la juez que lleva el caso, y desde luego habrá tenido que sopesar los pros y contras antes de dar luz verde a una toma de muestras que, como todas las que se efectúan en cadáveres sometidos al formol casi no tienen ADN válido y precisan trozos muy grandes de huesos y reservorios del material genético.

Amplificación mundial

Pero la misión forense de un pintor tan mediático -cuyas exposiciones aún baten récords en todo el mundo- se convirtió inevitablemente en circo de amplificación mundial y surrealista. La postulante a la herencia de Dalí, pitonisa de profesión, no lo vio venir, pero casi todo el mundo sabía, o al menos podía imaginar, en qué quedaría aquella noche de Walpurgis judiciaria. Resultado negativo. ¿Y ahora quién paga todo esto?

Es lógico pensar que, como en otras ocasiones, las costas de toda esta peración se pasen a quien la ha provocado con tan poca base. El daño a la imagen de Dalí está hecho y la Fundación Gala-Dalí, además, anunció ayer que se reserva acciones legales por daños y perjuicios. ¿Pero la factura a cuánto asciende?

En su día, tras aquel 21 de julio, no trascendió la cifra total de la operación. Cuando hace muy pocos años, en 2013, se exhumaron los restos del banquero Juan March, se supo que aquella operación salió por 20.000 euros.

Después del ridículo internacional causado por este caso daliniano, mucha gente cree que el Juzgado debería tomar medias y pasarle la factura a Pilar Abel. Si no ocurre nada se podría estar dando carta de naturaleza a un nuevo negocio: pruebas de paternidad para perturbar los restos de famosos y ricos del pasado con el fin de sacar tajada. Salvo que no salga gratis a los espontáneos del ADN, es probable que más personas con pocos escrúpulos quieran intentarlo. El premio está ahí: la legítima, un 25 % de la herencia con carácter retroactivo.

Sabemos además que Pilar Abel tenía ya experiencia en estas lides judiciales: en 2009 demandó al escritor Javier Cercas con la poco plausible teoría de que uno de los personajes de «Soldados de Salamina» estaba inspirado en ella. ¡Pedía 700.000 euros! Como no podía ser de otro modo, el juez de aquel caso desestimó sus aspiraciones y le pasó las costas del juicio, pero, qué casualidad, ella se declaró insolvente. Sin embargo ahora lo ha intentado con Dalí.

Y si sale gratis, ¿mañana con quién lo intentará? Por eso la ley, que es racional, debe poner un límite a tanto delirio parapsicológico.

 

Fuente: ABC

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