Robin Williams lo definió como el Picasso de la animación y la popularidad de sus creaciones –Bugs Bunny, el Correcaminos y el Pato Lucas– justifican que la obra de Chuck Jones entre en el Museo de la Imagen en Movimiento (MoMI), en la exposición más divertida del año en Nueva York.
Cuando Chuck Jones murió en 2002 no dijo, como su personaje más célebre, aquello de «esto es todo amigos», sino que dejó para la eternidad un legado, un sentido del humor y una manera de trabajar que quedan desglosadas en la exposición que se podrá ver en el museo de Queen entre el 19 de julio y el 19 de enero de 2015.
«What’s Up, Doc?» o, como se decía en la versión en español, «¿Qué hay de nuevo, viejo?» es el título de la muestra. En ella han colaborado entidades tan prestigiosas como la Academia de Hollywood, que le dio un Óscar honorífico en 1996, la Smithsonian Institution, de Washington o el Centro de Creatividad Chuck Jones. Su hija recordó en la inauguración cómo para él «el trabajo de animación era un 90 por ciento empeño y un 10 por ciento amor, pero siempre decía que era el amor lo único que tenía que verse al final». Y la exposición muestra algunos de sus trabajos más célebres pero también otros quizá menos conocidos o con alto contenido intelectual.
Entre ellos, por ejemplo, la que es considerada su obra magna, cuando en 1957 se tomó un año entero para convertir a Bugs Bunny en «prima donna» de su peculiar adaptación de los anillos de Richard Wagner titulada «What’s Opera, Doc?». Fue capaz de hacer «metaanimación» en «Duck amuck», donde Bugs Bunny dibujaba al Pato Lucas y jugaba a ir modificándolo como buen dibujante.
«Rehuye lo ordinario, desdeña los lugares comunes. Si tiene una decidida necesidad de algo, que sea lo inusual, lo esotérico, lo extraño, lo inesperado», era su lema, y la exposición, pese a lo familiar de los personajes, también lleva al visitante por caminos muy sorprendentes, por miles de bocetos, por carteles promocionales y, por supuesto, por muchos vídeos.
Pero Linda Jones no quiso cerrar su discurso sin recordar que su padre era solo la cabeza visible de todo un equipo del que supo sacar lo mejor, y confesando que, en realidad, esta muestra contradice la voluntad de su fallecido padre. «No quería ser una leyenda o dejar un legado y, por supuesto, no le hemos hecho caso», concluyó.