19 marzo, 2024
Por Diego Vadillo López

Un rayo de sol pasa a duras penas

por entre el aire contamina’o…

(La Polla Records)

De unos años a esta parte nuestro país se ha convertido en un campo minado de tragedias e ignominias. Entre tanto, desde las instituciones y desde los mass media se expele inmundicia básicamente. Y en tan deprimido panorama colectivo, mira por dónde, que de vez en cuando surgen iniciativas que te devuelven algo de fe en la especie humana.

Sin duda la iniciativa que ha tenido el Rayo Vallecano con doña Carmen Martínez Ayuso es digna de todo el encomio, pero sabiendo que quien entrena a ese equipo es Paco Jémez la cosa ya no sorprende tanto. Y es que el bueno de Jémez, no conforme con haber sido un excelente defensa central y con estar demostrando ser asimismo un técnico de primer nivel, tiene un corazón XXL. Sus jugadores no le van a la zaga.

Pude hace unos meses escuchar una entrevista íntima que le hicieron en la Cadena Ser donde desvelaba muchos episodios de su biografía. Contaba la humilde condición de su familia, en la que su padre, guitarrista cordobés, se tenía que ganar la vida actuando para los señoritos de los cortijos siempre al servicio de los caprichos de estos, soportando sus abusos y humillaciones. Quizá de ahí le venga a Paco ese saber de dónde viene y adónde va, y esa sensibilidad con una mujer que, como él mismo decía, “bien podía se mi madre o mi abuela” (en efecto, la de cualquiera). También contaba aquella vez cómo siendo un niño, en cierta ocasión en que desapareció su hermana, ni corto ni perezoso, se puso a recorrer Córdoba buscándola (echándose literalmente a correr) durante todo el día para regresar a casa caída la tarde desalentado y extenuado (ya su hermana había aparecido, pues estaba en casa de unos vecinos). Empezaba entonces Jémez a dar muestra del pundonor que ha venido demostrando por los campos de fútbol de España.

Muchas veces el fútbol refleja el temperamento tanto de jugadores como de entrenadores: la forma de manejarse en el campo con el balón, la forma de asumir la demarcación, el modo de dirigirse a los árbitros, a los compañeros y a los rivales… Asimismo, los entrenadores reflejan su carácter en la forma de plantear los partidos y de elaborar los sistemas. Hay entrenadores timoratos, reservones, audaces, temerarios…

Paco Jémez es un hombre de carácter fuerte, de temperamento berroqueño, que sabe ganarse el respeto y el afecto de sus jugadores, quizá porque sabe transmitirles el camino hacia la dignificación de su oficio. Muchos lo criticaban porque quisiese jugar bien, con buena técnica y fútbol elaborado (como, por ejemplo, el del Barcelona de Guardiola), apenas teniendo efectivos, pues no hay que olvidar que el Rayo Vallecano se ve en la tesitura de tener que hacer malabares cada inicio de temporada para conformar una plantilla, ya que los jugadores que destacan un año, al siguiente le son arrebatados sin que nada pueda hacer el equipo de Vallecas dado que su economía no es lo boyante que desearían. Pero ahí sigue, encaramado a la primera división un equipo tan humilde. Un equipo de barrio sin apenas presupuesto y que, no conforme con mantenerse en primera, juega bien. Y es precisamente ahí donde yo percibo la mano de Jémez, un entrenador con personalidad y con las ideas lo suficientemente claras para seguir adelante con su filosofía, la de jugar pulcro, porque uno puede aspirar a la pulcritud y a la dignidad aun con escasos medios.

Paco Jémez ya nos había enseñado el camino de la dignidad futbolística la campaña pasada (esta sigue haciéndolo), ahora lo hace en el ámbito de la sociedad civil y, lo más grande, lo hace sin alharacas, de forma humilde y entrañable, “digna” en definitiva.

La historia ya es suficientemente conocida; tan solo quería otorgar mi reconocimiento a Paco Jémez y al Rayo Vallecano. Chapeau.

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