28 marzo, 2024

En 2003, Olafur Eliasson cautivó a los visitantes de la Tate Modern presentando en su Sala de Turbinas un enorme sol amarillo que brillaba entre una niebla densa y que, acercándonos, descubríamos formado por centenares de lámparas de frecuencia estrecha. Cuando mirábamos hacia arriba, nos veíamos reflejados en un enorme espejo que contribuía a que percibiésemos ese descomunal sol proyectando lo que, en realidad, era un semicírculo.

Se trataba de The Weather Project, el capítulo quizá más significativo de las Unilever Series del danés, y sus lecturas eran múltiples: por un lado, hacía el artista referencia a nuestra tendencia a hablar del tiempo cuando no tenemos nada que decir, conversación un tanto banal que no deja de generar comunidad; por otro, cuestionaba egocentrismos, al divisarse el espectador reflejado entre la multitud de bultos que conformaban el resto del público y, además, y sobre todo, incidía Eliasson en nuestra estrecha relación, como individuos y como sociedades, con un medio ambiente que a todos nos cobija.

Tras aquella propuesta, que para muchos marcó un punto de inflexión en las Turbinas, este autor regresa a Londres para presentar, de nuevo en la Tate, el fruto de sus tres décadas de trayectoria (la mitad de ellas transcurridas a partir de The Weather Project). La muestra, titulada “In real life” y comisariada por Mark Godfrey y Emma Lewis en estrecha colaboración con el estudio de Eliasson, consta de cuarenta trabajos, la mayoría no expuestos antes en el Reino Unido y muchos ligados a cuestiones sociales y climáticas que, cada vez más, entendemos como urgencias. Algunos, además, se han creado especificamente para esta exhibición.

Eliasson, nacido en Copenhague en 1967, pasó bastante tiempo en Islandia siendo un niño y el paisaje de aquel país ha tenido bastante que ver en que el agua, la luz y la niebla, la reflexión sobre los recursos naturales, haya siendo un asunto clave en sus proyectos. Lo es también en esta exhibición.

Olafur Eliasson. Waterfall, 2019
Olafur Eliasson. Waterfall, 2019

En la terraza exterior de la Tate puede verse su reciente Waterfall (2019), gran instalación en forma de cascada de once metros de altura (en los jardines de Versalles y en Sidney, Nueva York o São Paulo las ha presentado similares) y ya en el recorrido por las salas de “In real life” encontraremos Moss Wall (1994), un enorme muro enteramente cubierto por musgo de reno escandinavo (cladonia rangiferina); Beauty (1993), la evocación artificial de un arcoiris o Din blinde passager (2010), que propone al visitante casi un viaje iniciático al introducirnos en un corredor de 39 metros de largo lleno de niebla densa.

Esos son sus proyectos más inmersivos y sensoriales; otros abordan, quizá de forma más directa, el impacto de la actividad humana en el medio natural: la muestra recoge una serie de fotografías de los glaciares de Islandia tomada en 1999 que, ya en otoño, será reemplazada por imágenes realizadas en los mismos emplazamientos desde entonces para que podamos ver su acelerado proceso de deshielo.

Y no faltarán en esta antología, por supuesto, trabajos en los que el danés nos ha incitado a repensar los mecanismos de nuestra percepción: muchas de sus instalaciones (empezando por la propia The Weather Project) juegan con inversiones, reflejos, after-images y colores cambiantes que desafían nuestras creencias sobre el modo en que percibimos el entorno.

Olafur Eliasson. Moss wall, 1994
Olafur Eliasson. Moss wall, 1994
Olafur Eliasson. Your uncertain shadow (colour), 2010
Olafur Eliasson. Your uncertain shadow (colour), 2010

Al acercarnos a las luces brillantes de Your uncertain shadow (colour), obra de 2010, notaremos que proyectamos sombras de colores inesperados en la pared frente a nosotros, mientras que las luces amarillas de monofrecuencia que emplea en Room for one colour (1997) reducen los tonos que somos capaces de divisar al propio amarillo y el negro. Nos espera asimismo en la Tate Modern una selección de sus esculturas caleidoscópicas, como Your spiral view (2002) o la muy reciente Your planetary window (2019): a través de ilusiones ópticas prueba Eliasson que siempre es posible mirar de otra manera.

En cuanto a formas, buena parte de la producción del artista viene marcada por la geometría. Está presente en Stardust particle (2014), que nace del entrelazamiento de estructuras cristalinas complejas y en Model room (2003), conjunto de 450 prototipos de varios tamaños que Eliasson y su equipo registraron en colaboración con el artista, matemático y arquitecto islandés Einar Thorsteinn, fallecido en 2015.

La exposición finaliza con The Expanded Studio, un espacio que recuerda el profundo compromiso del artista con la sostenibilidad ambiental y el desarrollo humano a través de propuestas como Little Sun (en 2012 proporcionó lámparas y cargadores de energía solar a comunidades sin acceso a la electricidad), Green light (invitó a solicitantes de asilo y refugiados a construir lámparas de luz verde) o Ice Watch(proyectó en Londres una instalación realizada con hielo traído de los glaciares de Groenlandia para concienciar sobre la emergencia climática).

“In real life”, abierta hasta enero de 2020, también analiza algunos de los proyectos arquitectónicos de Eliasson, como el Fjordenhusdanés, el primer edificio que diseñó al completo, inaugurado el año pasado. Los espectadores podrán asimismo conocer cómo es un día de trabajo en su estudio y probar un menú preparado por sus colaboradores de la SOE Kitchen en la terraza de la Tate; se basa en productos orgánicos, vegetarianos y de origen local.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *