19 marzo, 2024

El responsable de la Comisión Europea para las artes, Tibor Navracsics, relata sus proyectos y sus ideas para el sector

En el currículo de Tibor Navracsics, la palabra cultura no aparecía. Sin embargo, acabó entre sus principales responsabilidades: desde 2014 es el Comisario de la UE para Cultura, Educación, Juventud y Deporte. Fue profesor de Ciencias Políticas, y dos veces ministro en Hungría: Administración Pública y Justicia, y Exteriores y Comercio. Procede del Fidesz, el partido de ultraderecha de Viktor Orbán. Y ahora defiende (también) las artes al frente de los 28. ¿Se considera la persona más apropiada? “Los políticos tenemos que ser humildes. No creo que lo sea, y seguro que hay gente mucho más apropiada en Europa. Aunque cuando era ministro las labores exteriores del Instituto Cultural Húngaro dependían de mí y abrimos tres nuevas sedes, la mayor expansión desde los noventa. Por eso luché porque la diplomacia cultural fuera clave en la revisión de la estrategia de relaciones internacionales de la UE”.

El camino de Navracsics empezó accidentado: el Parlamento Europeo rechazó que llevara la cartera de Ciudadanía, de la que también iba a ser comisario. Finalmente, el húngaro (Veszprém, 1966) obtuvo el puesto, pero con otras responsabilidades. Y en 25 minutos de entrevista —tras la inauguración de la oficina española del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología, en Pozuelo de Alarcón— defiende sus ideas para las artes. “La cultura no es algo lujoso, sino uno de los meollos de la estrategia europea. Y la integración es fundamentalmente no solo un proyecto económico sino una iniciativa cultural”, asevera.

La cultura también factura 536.000 millones al año, más del 4% del PIB de los Veintiocho, según un estudio de 2014 de la consultora Ernst & Young, que destacaba que el sector emplea a más de siete millones de europeos (el 3,3% del mercado laboral). En EE UU las artes aportan al PIB el 4,2% (según datos oficiales de 2013) y sin embargo su apuesta por la cultura, empezando por la defensa de Hollywood, siempre pareció más convencida. Navracsics lo comparte a medias: “No hay una definición consensuada de qué es cultura. A veces más inversión significa productos de menor calidad. En Europa somos sensibles a la alta calidad, mientras que en otras regiones no es necesariamente así. La UE es soft power por definición. No tenemos un ejército común pero sí posiciones sólidas en cultura”.

Tibor Navracsics, comisario de Cultura de la UE, acepta el reto de nombrar cuatro obras culturales europeas que le hayan gustado últimamente. Primero, eso sí, sonríe, se queda callado y asegura: «Es una pregunta distinta. Es difícil».

¿Una novela? «Estoy leyendo a Sandor Marai, uno de los escritores húngaros más conocidos de la primera mitad del siglo XX».

¿Una película? «Es un corto, pero Sing, el filme húngaro que acaba de ganar el Oscar.

¿Una obra teatral? «Vi hace poco el Don Giovanni».

¿Y una exposición? «Una de mis favoritas es la del museo Sorolla. Es maravillosa. Creo que fui el año pasado, al visitar Madrid. Es tan talentoso. Me encantan sus colores, sus cuadros, su familia».

Aun así el comisario se pone los deberes: “La Unión hasta ahora no ha hecho bastante para apoyar a la cultura. Estamos identificando las soluciones de negocios más exitosas”.

—¿Podría nombrar una?

—Estamos trabajando en ello.

Momentos como este se repiten durante la entrevista. Preguntas concretas chocan con el bruselense,aquel lenguaje alambicado y abstracto típico de la UE. Por ejemplo, ¿qué opina del IVA cultural español al 21%, uno de los más altos de la UE? “No puedo comentar políticas de impuestos de los países. Desafortunadamente no hay una política común de tasas. En todo caso animaría a los líderes, a nivel europeo, de Estados o regional, a invertir más en cultura”. ¿La bajada del IVA ayudaría? “Con suerte”.

Otra tasa que preocupa en España es la de lectura: el 39,4% de la población no ha abierto un libro en el último año, según el Centro de Investigaciones Sociológicas. “Es una pena. Soy un lector obsesivo, animaría a cualquiera a hacerlo”, sostiene Navracsics. ¿Bruselas podría ayudar? “En nuestras manos está apoyar a los Estados en las traducciones, por ejemplo. El premio de Literatura de la UE aporta oportunidades de financiación a las editoriales para publicar en otros idiomas. Pero leer al final es una elección individual, no una estrategia de la UE”.

Otras son las prioridades, según el húngaro. Ante todo, que “el Año Europeo del Patrimonio Cultural”, previsto para 2018, sea “un éxito”. “Puede abrir oportunidades para comunidades locales y regionales de enseñar sus tesoros al resto del mundo. Y coincide con el año de turismo UE-China, una gran posibilidad de atraer visitantes asiáticos y generar más ingresos”, defiende. Aunque a menudo estos “Años Europeos” tienen más valor simbólico que disponibilidad económica. ¿En este caso? “Vamos a tener fondos de la UE. Pero querría animar sobre todo a Estados y comunidades locales a organizar sus propios eventos”.

El Comisario de Cultura trabaja, junto con su homólogo de Transportes, Violeta Bulc, en un proyecto que regale a todos los jóvenes europeos un interrail, es decir una ruta por el continente en tren. «La idea es que sea un billete gratuito para cualquier ciudadano, al cumplir los 18. Mi colega tiene que decidir qué oportunidades de transportes pueden ser usadas. Mi responsabilidad es encontrar fondos, lo cual no es fácil». ¿Cuánto costaría? ¿Cuándo arrancaría?»Calculamos un coste en torno a 2.000 millones. Estamos trabajando en conectar el proyecto a otros que existen, como el Erasmus, para que sea un regalo y no un billete que valga solo temporada. Se está negociando».

Navracsics tira de diplomacia también para analizar los dos proyectos más polémicos que la UE prepara para el ámbito cultural. La reforma del copyright ha logrado cabrear tanto a Google y Facebook como a los editores de prensa. “Partimos de dos puntos antagónicos: tenemos que abrir el mercado cultural y su accesibilidad, pero proteger a los creadores y su remuneración. Solo podemos lograrlo a través del debate”, responde el comisario. Y contra el mercado único digital se ha creado una inédita alianza de Hollywood y la industria del cine europeo. “Hay más preocupaciones a priori que hechos. Hay culturas pequeñas, como las de Estonia, Eslovenia o Letonia, que se preocupan por su idioma y temen la competencia europea. Pero vamos a garantizarles una salvaguardia”, agrega Navracsics.

Puesto a conciliar extremos, hay uno aún más desafiante. ¿Cómo lleva el comisario visitar una ciudad cuyo Ayuntamiento luce una pancarta de apoyo a los refugiados mientras que su Gobierno los rechaza? “Es Europa. Es decisión de los madrileños darles la bienvenida, y de los húngaros no hacerlo. Es uno de los asuntos más complejos, tenemos que encontrar una solución buena para todos”.

-¿Pero usted comparte más el sí de Madrid o el no de Hungría?

-Yo soy un miembro de la Comisión Europea.

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