29 marzo, 2024

Para muchos amantes de la música anoche no fue una Nochebuena. El que fuera una de las voces más singulares y potentes de la movida de los 80, el cántabro Germán Coppini, dejó de mirar a los ojos de la gente a los 52 años a consecuencia de una enfermedad hepática. Aunque su nombre siempre estará unido a las míticas bandas gallegas Golpes Bajos, de quien fue fundador, y Siniestro Total, de quien fue el primer cantante; en la actualidad, Coppini (Santander, 1961), tras diecisiete años de discreto silencio, había grabado un nuevo trabajo en el interpretaba grandes clásicos de la música latinoamericana más comprometida: América herida.

Pero este año iba a ser significar también el debut con el grupo malagueño Néctar con el que había dado vida a un álbum que se ha convertido, con su muerte, en un trabajo inédito, ya que su presentación, que estaba prevista para finales de noviembre, se tuvo que cancelar por sus problemas de salud. Aunque Málaga era ahora la ciudad que esperaba el nuevo trabajo del intérprete, hay que volver a la década de los 80, y más concretamente a Galicia y Madrid, para revivir los que fueron los años más gloriosos, aunque no exentos de sombras, del músico.

Hay que remontarse a noviembre de 1982, cuando la discográfica independiente DRO (Discos Radiactivos Organizados) puso en el mercado el álbum ¿Cuándo se come aquí?, del grupo gallego Siniestro Total. Un disco cuyo primer single, dedicado a Ruhollah Jomeini, titulado Ayatolah, hizo que esta joven banda, formada por Miguel Costas, Julián Hernández y Alberto Torrado, se colocara en el mapa musical español. En una entrevista en 2012 Coppini confesó que se trataba de un disco que significó «el inicio de los inicios, la creación del mundo». «Vivíamos una época de euforia. Había muchas cosas, fanzines, nuevos programas de radio, sellos discográficos y había un denominador común: no había reglas. Y si las había, nos las saltábamos a la torera, eso era lo excitante», señaló.

En medio de esta actividad con Siniestro Total, Coppini, junto con el músico y compositor Teo Cardalda, formaron un nuevo proyecto que se llamaría Golpes Bajos. Formación por la que en 1983 Coppini abandonó Siniestro Total y provocó que, durante años, fuera considerado por muchos como el «traidor» de la Movida. De esta nueva andadura nacen nuevas canciones de pop culto que se han convertido, con el paso de los años, en parte de la banda sonora de nuestro país. Así, la voz de este cántabro forjado en el pop gallego dio el salto a las radios y pistas de baile españolas con Malos tiempos para la lírica, No mires a los ojos de la gente o, con la también coreada en muchas noches de resaca, Cena recalentada.

En estos años el grupo también gozó del éxito de la crítica y en 1984 recibieron el premio Ícaro al mejor grupo revelación de Diario 16 y el premio al mejor grupo del año 1984 otorgado por la sala madrileña RockOla. Pero el filón de estos años se fue agotando y, en 1985, la formación se disuelve, anunciándolo durante un concierto en Barcelona con motivo de las fiestas de la Mercè. Su seguidores tuvieron que esperar dos años más para que Coppini se decidiera a grabar su primer disco en solitario: El ladrón de Bagdad (Hispavox, 1987), y en 1989 llegó su segundo trabajo, Flechas negras, donde versionó a clásicos del soul de los setenta. Entrada la década de los noventa, sus apariciones son más bien escasas aunque participa en discos de otros artistas como el que homenajeó a Antonio Vega, y en 1996 vuelve a grabar un nuevo disco que salió a la venta con el título de Carabás.

Pero es en 2001 donde Coppini también destaca por su faceta política y en este año se presenta a las elecciones generales en la lista del partido Republicanos.

Ya en 2007 entra de lleno en la creación de un nuevo proyecto, Lemuripop y así llegamos a sus últimos años donde se acentúa la enfermedad hepática que sufría

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